domingo, 6 de septiembre de 2009

LA VEJEZ: EL AQUì Y EL AHORA


FOTO: WWW.SHUTTERSTOCK.COM / YURI ARCURS

La vejez:
el aquí
y el ahora

¿Cercanía con la muerte o años de vida atesorados? ¿Nostalgia por el pasado o alegría por el presente? ¿Sufrir o disfrutar? Envejecer y aceptarlo con entusiasmo.
Irene Carrasquero

"Una de las cosas más importantes de la ancianidad -y que de alguna manera protege a quien la vive contra las pérdidas que vienen con ella- es que por el hecho de haber vivido se le da importancia a lo que realmente lo tiene: a la vida misma, al día a día, al aquí y al ahora", comenta el doctor Ernesto Rodríguez Carrillo, médico internista y psiquiatra, y con quien muchos pacientes han compartido sus experiencias de vida.

La vejez viene cargada de infinidad de pérdidas, desde las más inocuas hasta las más dolorosas. Todas, sin excepción, acarrean automática y naturalmente una reacción psicológica. Pero será la forma como cada quien enfrenta, maneja y asume estas inevitables pérdidas -más que el peso que ellas puedan tener en el diario vivir- lo que marcará una diferencia crucial entre una vejez plena y sana y una cargada de enfermedad y tristeza. Aquí, algunas reflexiones sobre la ancianidad y cómo enfrentarla con el mejor ánimo.

Las pérdidas
Los cambios que los años traen en casi todas las áreas de la vida toman la forma de pérdidas. Es probable que cualquiera que se precie de haber "llegado a viejo" pueda dar fe de ellas. Para entenderlas más fácilmente podríamos agruparlas en varias dimensiones:

• Las pérdidas físicas: Son bastante evidentes y abarcan desde la disminución de los sentidos, especialmente de la visión y la audición, hasta la pérdida de la motricidad y la fuerza muscular. También la pérdida de la lozanía, que se evidencia en la disminución de la elasticidad de la piel, la tersura del cutis, la tonicidad del cuerpo y la fuerza, además de la merma en la actividad sexual.

• Las intelectuales y cognitivas: Pueden afectar en gran medida el desenvolvimiento cotidiano y laboral, pues tienen que ver con la disminución normal de la memoria y de ciertas habilidades mentales de cálculo, planificación, ejecución y evaluación de procedimientos.

• Las afectivas: Son quizás las más inesperadas y repentinas, además de dolorosas. Comienzan con la separación de los hijos y siguen con la muerte de amigos contemporáneos y familiares cercanos.

• Las sociales: Muy ligadas a las pérdidas afectivas, se dan cuando ya no hay amigos para reunirse y compartir.

• Las laborales: Directamente relacionadas con la jubilación, el retiro voluntario o, en el peor de los casos, con el sentimiento de que no se es útil ni requerido.

Finalmente, las grandes y pequeñas mermas de cada día suman a la larga una gran pérdida que puede dar a la vejez ese mal sabor que a muchos se les hace difícil digerir: la pérdida de la independencia. "Ésta es la máxima y se manifiesta en que de alguna manera el anciano ya no puede realizar a cabalidad las actividades de la vida diaria sin requerir alguna ayuda".

Vejez en positivo
La lista de cambios y disminuciones que traen los años es larga. Y cualquiera está al tanto de ello. "Lo importante es que pueda darse cuenta de que tiene dos opciones: una es la depresión y la enfermedad, en la que no elabora adecuadamente esas pérdidas, y otra la vida plena en la que se adapta convenientemente a todos los cambios".

El primer camino es probablemente el más fácil y común entre las personas mayores. "Son esos ancianos que no van a aceptar nunca que están envejeciendo y se quedan en alguna etapa del duelo: la negación, la rabia o la tristeza". Las señales de que una persona está tomando esta vía son bastante claras: múltiples síntomas físicos sin ninguna enfermedad real, ansiedad, tristeza, aislamiento, irritabilidad, trastornos del sueño y de la alimentación.

La otra alternativa puede ser quizás la menos común, pero no por ello difícil de lograr. En estos casos, se acepta que la vejez es una etapa más de la vida, con ciertos cambios -más aún, deficiencias- que son parte innegable de ella y del cuerpo en el que todos habitamos.

"Si el anciano logra poder sentir que cada minuto es lo más importante, la vida se le va a hacer muy intensa y plena. Ya no está preocupado por el pasado ni por el futuro; vive con lo que tiene, está menos nostálgico por lo que fue su vida y menos apegado a las pérdidas. Es un anciano sano que, a pesar de las minusvalías que pueda tener, vive mucho más pleno y presente".

¿Cómo lograrlo?
Está lejos de ser una receta, pero ciertamente hay diversas herramientas, casi todas cotidianas, que pueden ayudar a llevar la vejez con plenitud. El doctor Rodríguez da sus recomendaciones.

• Tener una rutina diaria básica que incluya una buena nutrición y un adecuado aseo es fundamental.

• Realizar alguna actividad física es ideal para la salud del cuerpo y la mente.

• Mantener cualquier actividad intelectual (cartas o dominó) le ayuda a agilizar la mente y a estar socialmente activo.

• Estar cerca de la familia es vital desde el punto de vista afectivo.

• Ser escuchado -porque todo anciano siempre tiene algo que contar- lo motiva y le ayuda a nutrir su mente.

• Cumplir alguna responsabilidad o compromiso día a día, por simple que sea, le hace sentirse útil y requerido.

• Hacerse los chequeos médicos rutinarios, manteniendo siempre contacto con su médico de cabecera, es positivo no sólo para su salud sino también para su tranquilidad.

• Adoptar alguna causa, sea ambientalista, política o de otro tipo, también puede ayudarlo a sentirse vivo.

• Cultivar la espiritualidad es una alternativa que muchos eligen naturalmente, aun cuando no hayan sido religiosos en el pasado, pues les ayuda a aceptar la cercanía con la muerte de una mejor manera.


"En definitiva, la vejez tiene una gran compensación: la riqueza que se ha ido acumulando por el sólo hecho de haber vivido. El anciano que no se queda fijado en las pérdidas que vienen con los años es un cofre de tesoros y se convierte en transmisor de una serie de experiencias vitales muy enriquecedoras".

Depresión y familia
Comenta Rodríguez que las depresiones en el anciano no sólo son frecuentes, sino que son de una magnitud tan importante que luego de los 60 años una depresión mayor debe ser tratada con fármacos de por vida. "Esto es porque la posibilidad de recurrencia luego de esta edad es muy alta, aun cuando nunca antes haya sucedido".

Por eso, y según su recomendación, el apoyo psicoterapéutico siempre es conveniente, pues ayuda en el camino hacia la adaptación a estas pérdidas progresivas de la independencia.

En la familia recae mucha responsabilidad de apoyo al individuo en el transitar por su vejez. "Hay personas que durante toda su vida han cultivado una vida familiar, afectuosa y en la que se respeta al otro. Este anciano va a recoger muchos frutos en esta etapa de la vida y va a estar siempre acompañado".

Según el especialista, una de las cosas que más motiva a una persona mayor es tener la suerte de disfrutar el crecimiento de la familia: los matrimonios, los nuevos miembros, los nietos. "La familia no solamente va a cubrir su necesidad social sino también la afectiva. Algo muy importante para la calidad de vida del anciano es la conservación y el estímulo de los afectos".

EL ANCIANO SANO

• Se vale por sí mismo y es independiente en la medida de sus posibilidades

• Tiene alta autoestima

• Permanece activo

• Acepta las pérdidas y se adapta a ellas

• Disfruta de la vida y no le preocupa angustiosamente la muerte

• Tiene sentido del humor

• Es moderado al comer

• Respeta sus horas de descanso

• Disfruta de una vida sexual razonable

Y lo más importante:
• Muere feliz de haber vivido pues lo ha hecho con plenitud disfrutando de cada momento.

Señas
Ernesto Rodríguez Carrillo, médico Internista - Psiquiatra.
Servicios de Psiquiatría y de Reumatología, Hospital Universitario de Caracas.
Grupo Humana, San Bernardino
Teléfonos (212) 550.1776 y 552.2962.

FOTO: WWW.SHUTTERSTOCK.COM / YURI ARCURS

FUENTE: REVISTA DE SALUD.EL UNIVERSAL.COM